„El conocimiento de Brasil pasa por el fútbol”
Edilberto Coutinho, escritor brasileño.
„Un Mundial de fútbol sin Brasil es como un perro sin nariz”
Amanda Ekelund, niña de 10 años, del club deportivo Malmö FF.
Prólogo
Cuando viajé a Brasil en el invierno de 1998, para hacer un film sobre el fútbol brasileño, junto al director Lasse Westman, nació la idea de escribir un libro sobre la historia del fútbol brasileño. El fondo es, naturalmente, „Pelé y Garrincha” mis ídolos de infancia. Sin tener mis propias memorias del Mundial de 1958 ambos sin embargo fueron nuestros grandes inspiradores cuando nos dividiamos para jugar las pichangas de barrio. El libro „Garrincha” de Imi Markos me ayudó a diluir en los sueños lo que „realmente” era el fútbol. Garrincha sosteniendo la caña de pescar en la mano en Pau Grande era además una imagen de pureza y virginidad que me recordaba poderosamente a otro de mis favoritos, el libro de Astrid Bergman Sucksdorff sobre „Chendru”. Un día del verano de 1966 pude acercarme a los „dioses”. El seleccionado brasileño se encontraba de visita en Malmö, jugarían un partido de entrenamiento contra Malmö FF con vistas al Mundial de Fútbol en Inglaterra y, en el hotel Arcaden, tuve oportunidad de obtener los autógrafos de Pelé y Garrincha. La suerte fue completa. En el libro he querido ser fiel a la veneración que entonces sentía. Mí intención es que la mirada inocente del niño se combine con la desilusionada del adulto. Para el capítulo sobre los primeros tiempos del fútbol brasileño, me refiero -en esencia- al clásico de Mario Filho „O negro no foot-ball brasileiro”.Y también al de Loris Baena Cunha „A verdadeira história do futebol brasileiro” (La verdadera historia del fútbol brasileño) y al libro del investigador de fútbol Mauricio Murad ,„Dos pés à cabeça” (De los pies a la cabeza). En el prólogo al libro de Mario Filho el sociólogo Gilberto Freyre escribe que ninguna otra „institución” puede compararse en importancia con el fútbol y su capacidad de otorgar a los mulatos y a los negros un lugar en la sociedad brasileña. En donde la política fracasó el fútbol tuvo éxito. Esta es una de las dos dimensiones en el desarrollo del fútbol brasileño, la otra es el modo en que ocurre, en como los negros convierten el „rígido” fútbol británico en el „fútbolsamba”. El libro de Mario Filho es sumamente especial y cuando vió la luz, el diario „O Globo” lo entregó en capítulos que alcanzaron una gran difusión. La razón por la cual Mario Filho decidió escribir la historia de los inicios del fútbol brasileño se debe a que, en la década de los cuarenta, siempre se encontraba discutiendo con personas que afirmaban que „el fútbol era mejor antes”. Algo en esto lo llevó a sospechar. Los que sostenían ese parecer eran, a saber, blancos que pertenecían a sectores bien acomodados de la sociedad. Eran estas personas quienes cultivaban el romanticismo del fútbol de antes y con esta visión como punto de origen inició su investigación, entrevistando a cientos de líderes deportivos y jugadores que recordaban los primeros tiempos. El problema para escribir historia en el Brasil radica en que el país, en gran medida, es un país „sin memoria”. Existen, en relación a la importancia del fútbol, pocos documentos escritos. Ni siquiera los grandes equipos llevan anuarios confiables. Lo que se puede encontrar es un sin fin de artículos periodísticos. En este sentido Brasil es un país típico del Tercer Mundo, el alto analfabetismo impide encontrar sentido a la edición de libros de fútbol y la situación en Suecia, donde la más pequeña división de cuatro clubes, con un mínimo de dignidad, lleva un libro de actas del club, se encuentra a una gran distancia de lo que sucede en Brasil.
Brasil es un país que a pesar de su inmerecido poderio ha terminado a la sombra de la américa española porque el portugués lo hablan menos personas que el español. Además la historia y la mentalidad es distinta a la Hispanoamericana, existe un apático aire „bossanova” y una voluntad de compromiso que, teñido de una melancolía portuguesa, hace al país menos espectacular, hablando francamente: ninguna gran guerra civil, ninguna gran revolución a pesar que los ingredientes para ello siempre existen y todavía subsisten extremas diferencias de clases. Brasil es contradictorio y en gran medida un misterio, tremendamente violento y al mismo tiempo tan lleno de libertad y amor. Luego de unos cuantos viajes a Brasil me doy cuenta de lo poco que sé de la sociedad brasileña y lo dificíl que será capturar esto en el diseño usual. O para decirlo con palabras de Fernando Gabeira, político y escritor brasileño que,durante su exílio, conducía el metro de Estocolmo:„Lo que más irrita con Brasil en lo que se refiere a Brasil es la dificultad en posicionar el país en generalizciónes.”
El libro trata de aquello que, a pesar de todo, creo haber entendido. El fútbol en este país sufre de corrupción pero la energía, el juego en calles y playas, está más vivo y fresco que en ninguna otra parte. En un tiempo de crisis para el fútbol brasileño es en esta energía donde deben cifrarse las esperanzas. Quiero agradecer a las siguientes personas por la inspiración y la disposición a contribuir en el trabajo de este libro: Maria José Valinho Alvarez, Reynaldo Valinho Alvarez, Cláudio Aragão, Guilem Rodrigues da Silva, Jens Nordenhök y Lasse Westman. Las entrevistas con Zagallo, Zico, Zizinho, Nilton Santos y Tostão las hice yo mismo y las citas en el libro son traducción mía, si no se indica otra cosa.
Fredrik Ekelund
1 Del placer de la clase alta a gran fuente de alegría del pueblo –
Desarrollo del fútbol en Brasil
El 15 de noviembre de 1889 el emperador Pedro II entregó el poder a los milítares. El imperio llegó a su fin y sin derramar una gota de sangre Brasil se transformó en una república. „Casi sin ruido cayó la corona del emperador al suelo, e incluso esta vez, cuando se ha perdido, se encuentra tan poco manchada de sangre, como cuando se obtuvo. La verdadera victoria moral corresponde una vez más a la pacifica comunidad brasileña. Sin el más mínimo encono el nuevo regímen invita al anciano, que durante cincuenta años fue el buen gobernador del país, a irse en paz de Brasil a pasar sus últimos días en Europa” (Stefan Zweig, „El Brasil – país del futuro” ). La demasiado tardía abolición de la esclavitud en 1888 puso fin a la permanencia de Pedro II en el poder. Se proclamó la república y un tiempo después Pedro II regresó a Portugal desde donde fuera traído alguna vez. Brasil dió sus primeros tambaleantes pasos en el futuro, las huellas del feudalismo y el colonialismo debían ser borradas y los militares que dirigían los cambios abrazaban el positivismo; Auguste Comte era su maestro espiritual y, la fe en un futuro marcado por las enseñanzas del racionalismo científico encontró lugar adecuado dentro de algunos sectores de la élite brasileña. La esclavitud había sido suprimida y en el sur la industria del café experimentaba una revolucionaria modernización, los esclavos abandonaban las plantaciones de café en el campo y se movían a las grandes ciudades. Se planeaban grandes proyectos infraestructurales, con la construcción de una red de ferrocarriles como factor principal. El país se abría a los capitales extranjeros y a inmigrantes de todas las esquinas del mundo. Alemanes, portugueses, italianos e ingleses conformaban los grupos mayoritarios y, especialmente los ingleses que jugarían un importante rol económico. Lo habían tenido durante todo el siglo XIX. Fueron los ingleses, quienes por interés propio, contribuyeron a hacer de Brasil una nación: banqueros ingleses se encargaron de trasladar a Brasil las grandes deudas que Portugal tenía con Inglaterra y la nueva nación devino, economicamente, un limpio „protectorado británico” y así continuaría hasta el estallido de la primera guerra mundial. Los ingleses controlaban en gran medida el comercio -cerca del 90 %- entre Brasil y Portugal. Aunque el poder sobre la economía estaba en manos de los barones del café, que usaban el estado como una red protectora a su servicio, los ingleses mediante la concesión de préstamos y de inversiones jugaron un papel decisivo cuando Brasil dió sus primeros pasos en el desarrollo industrial y fue entre estos grupos de ingleses, en São Paulo y Río de Janeiro, donde primero se jugo fútbol en Brasil. Los primeros clubes tienen a los ingleses como fundadores. The Bangu Athletic Club en los suburbios del norte de Río de Janeiro estaba conectado a la fábrica textil „A companhia Progresso Industrial do Brasil” y en el directorio había siete ingleses, un italiano y un brasileño blanco. Otros clubes iniciales fueron Payssandu Cricket Club, Río Cricket y Athletic Association. Los ingleses invertían en empresas privadas y, a través de concesiones, en el sector público, de allí la presencia de grandes grupos de familias británicas en aquel tiempo; trabajaban en construir la línea de ferrocarril y la industria textil, y los programas de los clubes ingleses no incluían solamente cricket, sino también remo, polo – y fútbol. Los clubes funcionaban como en Inglaterra, se necesitaba descanso y relajo después del trabajo y los clubes de cricket ofrecían la oportunidad a la gente de sentirse como en casa y cultivar las tradiciones inglesas. Se aceptaban sólo ingleses. Se cultivaba el patriotismo y en el match entre Payssandu y Río Cricket flameaba la bandera inglesa en la cancha.
Había ingleses esparcidos a todo lo largo de la costa atlántica de Brasil y por eso, en ciertos lugares, se jugaba fútbol un poco aquí un poco allá, ante todo por marinos ingleses en los puertos – ¡e incluso por los monjes capuchinos! – no quiten la vista de la obra del brasileño-ingles Charles Miller. Nació en 1874, de padres ingleses, su papá era el consul británico en São Paulo. Miller fue enviado en su infancia a Southampton para que estudiara. A los veinticuatro años, en 1894, regresó de Inglaterra con un balón de fútbol bajo el brazo y profundos conocimientos del nuevo juego. Él había ocupado un lugar en el equipo de Hampshires en Inglaterra y a su retorno a São Paulo reunió a los jóvenes ingleses en torno suyo, la mayoría de ellos conectados a la compañía de gas de la ciudad, a la empresa de ferrocarriles de São Paulo o a banqueros ingleses. El primer entrenamiento que organizó tuvo lugar el 14 de abril de 1895 y luegó se propagó el nuevo deporte como una llamarada hacia los colegios ingleses y también a las empresas donde trabajaban ingleses. El primer partido oficial que se jugó en tierra brasileña ocurrió en 1895 entre Sao Paulo Railway y O Team do Gás, el equipo de la compañía de gas de la ciudad. El Atlético de São Paulo, fundado también por ingleses, funcionó en un lugar de São Paulo llamado Chácara Dulley en el barrio de Bom Retiro, pero como existía un solo verdadero club, habían muy pocos partidos, y transcurrió algún tiempo antes que el alemán Hans Nobiling llegara a São Paulo y el fútbol se tomara en serio. Nobiling pertenecía a la oleada de inmigrantes alemanes que se asentaron en el sur de Brasil donde se convirtieron en un arduo desafio económico para los intereses ingleses. Nobilen conocía el nuevo juego de balón y es costumbre mencionarlo, junto a Charles Miller, como uno de los más importante en iniciar el fútbol brasileño. Luego de un tiempo se fundaron otros clubes que acostumbraban enfrentarse los domingos, pero los espectadores eran pocos y los participantes provenían de la élite blanca de la sociedad. Muy pocos eran de procedencia brasileña, la mayoría eran ingleses y los brasileños que venían a mirar jamás aprendieron a reconocer a los jugadores. Todo el tiempo llegaban nuevos jugadores, gente que trabajaba en Brasil durante un tiempo, regresaba a Inglaterra y eran reemplazados por otros. Mientras el fútbol se difundía como deporte existía la necesidad de nuevos jugadores. Como en el Bangu Athletic Club por ejemplo, un club relacionado de cerca con una fábrica textil del norte de Río. Cuando el Bangu jugaba se reunían cada vez más brasileños a mirar. Pasaban el balón cuando caía fuera de la cancha y la curiosidad por el juego inglés aumentaba. Y, de pronto, se necesitó gente. Faltaba un inglés y el Bangu llamó a un brasileño blanco, en tanto los negros y los mulatos debían limitarse a continuar siendo recogedores de pelota.
En el centro de Río los hermanos Edwin y Oscar Cox -que estudiaron en Suiza donde aprendieron a apreciar el nuevo juego- iniciaron un club orientado al fútbol: Fluminense, que también se dedicaba a los deportes favoritos de los habitantes de Río: la gimnasia, el ciclísmo, el remo y el „boliche” (un juego de bolos). Los hermanos Cox tenían, al igual que Miller, antecedentes ingleses y se sentían profundamente liberados de todo lo inglés. Fluminense fue un lugar de reunión para la clase alta de Río. Y el entusiasmo de los hermanos Cox por el juego produjo un desarrollo que fue casi más rápido en São Paulo que en Río. En São Paulo comenzó la primera liga de fútbol brasileña en 1902 (Liga Paulista de futebol). Cinco equipos participaron en el histórico torneo: El Atletico de São Paulo, Germania, Paulista, Mackenzie e Internacional. El São Paulo de Charles Miller ganó la primera liga y él mismo fue goleador del torneo al marcar 10 tantos. Los brasileños anduvieron un poco atrasados en el desarrollo con una latinoamericana medida de satisfaccion: En Argentina el primer torneo nacional se había celebrado ya en 1891, en Chile en 1894 y en Uruguay en 1899. El primer encuentro entre Río y São Paulo ocurrió el primero de agosto de 1901 con un empate 1-1. El Match terminó con un elegante banquete y, la clase alta continuó controlando el fútbol incluso cuando este se hizo más y más brasileño: cuando Fluminense jugaba sus partidos de la liga en São Paulo, el viaje se hacía en limusina y vestidos de smoking. Los negros y los mulatos tenían expresamente prohibido participar en los partidos. El estilo inglés dominaba y las invitaciones a los clubes se escribían en inglés y en los discursos, después de los partidos, la colonia inglesa celebraba igual que si fuera la coronación de la reina.
Lento pero seguro se deslizaba el fútbol hacía los pies brasileños y en 1905 los Paulistas de la liga de São Paulo obtuvieron la victoria con un equipo integrado solamente por jugadores brasileños. El mismo año se funda la primera liga de Río, LMF (Liga Metropolitama de Futebol) que efectua su primer torneo al año siguiente. Los seis equipos participantes fueron: Fluminense, Botafogo, Payssandu, Río Cricket, Bangu y Foot-Ball Atletic. Fluminense se quedó con la victoria luego de perder solamente un partido. Los encuentros atrajeron a muchos espectadores y no pocas mujeres. El Fútbol era „chic‰. Era „in” el fútbol, y las muchachas y las damas de la sociedad de Río colmaban los partidos, como en el Derby hoy día o las competencias de remo entonces. La rivalidad entre el fútbol y el remo era aguda. Los remeros miraban para abajo a los jugadores de fútbol y se creían más masculinos que los hombres y los chicos que „corrían detras de un balón” como algún remero estimó infantilmente. Además había una amenaza social ya que cualquiera podía jugar al fútbol, en los suburbios de Río resultaba posible ver cada vez más niños jugando con bolas de calcetines enrollados. El fútbol atraía gente, nacían más clubes que de los de remo, que al igual que los de cricket construían todo su mundo sobre la idea última de que el rol del remo era humillar a las personas. El fútbol paso a ser lo opuesto, unificaba a los seres por encima de las diferencias sociales y de razas. Y entre los voceros del remo el fútbol se veía, estrictamente, como un „vulgar contagio”.
En general, para integrar un equipo y poder jugar, se debía pertenecer a la clase adinerada. Los banquetes y los viajes eran financiados por los mismos jugadores. Y los viajes podían ser muchos y largos. En los banquetes se cantaba y bebía hasta muy entrada la noche: „For he is a jolly good fellow…” por ejemplo. Algo impensable para un trabajador de la textil Bangu. Una cosa llamada rango social mantenía a la gente alejada del fútbol y si un trabajador aspiraba a tener chance de jugar se veía obligado -primero- a avanzar socialmente, dentro de la fábrica, a capataz, para que se le pudiera considerar. Brasil era -y todavía es- una sociedad fuertemente clasista. La esclavitud había sido abolida en 1888, apenas unos pocos años antes de que el fútbol echara raíces y que, aquellos que hasta hace poco eran esclavos -los negros- pudieran jugar fútbol en las mismas condiciones que los blancos resultaba impensable. El fútbol era un placer de la clase alta, y nada más.
La alta sociedad mantuvo el fútbol bajo su control y no transcurrieron muchos años para que el remo perdiera su posición como deporte popular de la clase alta. Ya en 1912 los partidos de fútbol constituian un enorme placer -y una grandiosa exibición de sombreros de copa- superior a „as regatas”, las competencias de remo. Los periódicos seguían la tendencia y escribían cada vez menos de remo y más de fútbol, o los „os meetings” (los encuentros) como se llamaba a los matches. Fue durante todo este tiempo, con muchas mujeres en los partidos, en que nació el concepto brasileño „torcer” (apoyar a un equipo). En el inicio de los partidos los jugadores se paraban en línea delante de los asientos preferenciales y un colorido despliegue de mujeres los ovacionaba desde las tribunas con discretos „Hip, hip, hurra‰. Las mujeres sentadas en las aposentadurias, y ataviadas de magnificas ropas, con plumas de sol, sombreros de paja y grandes canastos de frutas, giraban (torcían) sus pañuelos, saludando a sus hombres y novios en la cancha. Este nervioso girar de pañuelos dio origen a lo que incluso hoy en día se denomina „un torcedor” y cuando se apoya organizadamente a un equipo significa que se pertenece a la „torcida”. El estadio de fútbol era la arena donde los hombres se exhibían ante las mujeres y, en los elegantes clubes de Río -Fluminense y Botafogo- se desarrollaba un juego entre los hombres en la cancha y las mujeres en las tribunas que era tan importante como el match mismo. Los hombres también hacian de todo por lucir bien, diferentes gorras pequeñas o diversos cintos podían contribuir a que los jugadores lucieran mejor. A consecuencias de esto se desarrollaban bailes de gala, los locales de Fluminense y Botafogo semejaban mansiones palaciegas y no se organizaban los bailes si estos podían hacerse en donde „Doña Chiquitota” o en el „Baron de Wenneck” por ejemplo. Y, a pesar de que el imperio ya no existía, la nobleza seguía teniendo un importante papel. Se consideraba de estilo dentro de la élite, que admiraba y codiciaba los títulos de nobleza, incluso aunque estos no estuviesen acompañados de bienes o propiedades. El ideal de los señores esclavistas -de no trabajar- continuaba vivo todavía, ironicamente, incluso entre muchos de los esclavos liberados en 1888. Durante el imperio había nacido una „cultura de la zalameria” sobre todo cuando se intentaba, mediante un empleo en la corte, obtener poseciones o títulos de nobleza. Esta costumbre se volvió parte de la cultura y asomaba en muchos otros lugares de la sociedad brasileña. En el mundo del fútbol lo importante no era la filiación a un club, sino el formar parte de una misma élite. Como en 1912 cuando Palmeiras de São Paulo jugó de visita contra Fluminense en Río de Janeiro. Se efectuó después un banquete en Fluminense, vestir de smoking era obligatorio. El programa consistía en lo siguiente: La Orquesta primero interpretó el Hymno del Palmeira y luego el de Fluminense, mientras se servía la entrada se interpretó „El Paseo” de Engelman. Entre la entrada y la sopa de cola de buey un vals ligero „Amor gitano” de Franz Lehar, seguido del tango „Batuque” de H. Mesquita. Más tarde, para el lenguado, un „one-step” y un tango más „La seferina‰”de Arriga. Y, para el higado de ganso „La Condesa de Luxemburgo”. En acompañamiento del pollo asado se escuchó otro vals. Luego ragtime. La ensalada exigió tango y luego vals. Para el postre „Poire Melba”. El banquete se acercaba al final y un nuevo -one-step- A continuación café, licor, cigarros, de pronto la orquesta se calla. Hora de brindis y discursos. Un jugador se levanta con una copa de champagne en la mano y dice unas cuantas palabras. Es ovacionado por los contrincantes. Y viceversa. El banquete termina con la orquesta interpretando „El Baron de Río Branco” de Francisco Braga.
En un club como el Bangu era diferente, el club mostraba una marcada mayoría de trabajadores y los partidos entre Fluminense y Bangu degeneraban a menudo en arrojar piedras y actos de vandalismo. El Bangu anclado a la fábrica del mismo nombre, habia empezado a ignorar ciertos tabues y, permitía que trabajadores, a menudo mulatos, jugaran en el equipo. Como consecuencia de esto asistía un público corriente, gente de los suburbios que apoyaba a su equipo y cuando los elegantes clubes de Río llegaban de visita se producían incídentes de salvajismo. Si el Bangu perdía asaltaban la cancha y los jugadores invitados sólo podían alcanzar los camarines bajo escolta policial. Ocurría incluso que la policía se veía obligada a disparar para detener a los exaltados seguidores del Bangu. Los ricos clubes de Río no eran populares en el norte de Río y, como otra consecuencia de la creciente oposición, a los sumamente aristocráticos clubes Fluminense y Botafogo, nació Flamengo, que más tarde se convirtió en el equipo más popular de Brasil. Flamengo no fue tan aristocrático como Fluminense o Botafogo, pero tampoco aceptaba con los brazos abiertos a los negros, los mulatos o los trabajadores blancos. Incluso en el Flamengo se mantuvo durante un tiempo el juego como un placer para hombres acomodados, pero a pesar de todo con el nacimiento del club algo se había puesto en movimiento. El fútbol iba lentamente en camino a democratizarse. Al interior de los grandes clubes se sentía lo que estaba sucediendo. Y, a mediados de la primera década del siglo permitían jugar a uno que otro mulato. Como Carlos Alberto en Fluminense que antes de cada match se ponía harina en la cara para lucir ante el público tan blanco como fuera posible. Y lo que más temía era el momento de saludar a las mujeres en las tribunas. En un encuentro con su antiguo club América, fue „descubierto” y el público empezo a gritar „Pó de arroz” (polvo de arroz) lo que después se convirtio en el apodo de Fluminense, un epiteto que humillaba a un club, cuyo total estilo se basaba en creerse superior a otros clubes. Para los pocos jugadores negros no era fácil. Si daban un golpe, el oponente tenía el derecho, si era blanco, a propinarle una bofetada, y además le cobraban falta. Friedenreich, el primer gran astro del fútbol brasilero, era mulato y le permitieron jugar ya que era muy bueno. „El problema” no era su piel, sino su furiosa y crespa cabellera. Por eso siempre demoraba mucho tiempo -para angustia del árbitro- antes que él ingresara a la cancha. Llegaba siempre último, para gran júbilo del público. Se demoraba en el camarín -aprisionándose el pelo con una toalla- y todo para verse tan blanco como fuera posible.
La influencia britanica mientras tanto disminuía y ya no se prácticaba el estilo inglés. Jugar a la brasileña, con dribblings, era la tónica. Un chute que el público llegaría a amar fue el „charles” inventado por el mismo Charles Miller. Miller erró un pase y le dió a la bola con el talón, de allí nació el „taquito” como decimos hoy día. El golpe se bautizó como „charles” y el jugador que hacia uno era de inmediato celebrado. En los primeros clásicos entre Flamengo y Fluminense, los partidos se convertían en verdaderos carnavales, con orquesta y seres vitoreando, claro que sin el ropaje y los pertrechos que muestran los carnavales típicos. En 1914 Flamengo ganó la copa de Río con nueve estudiantes de medicina en el equipo. Eran Flamengo, Fluminense, América y Botafogo los que practicaban el mejor fútbol. Los blancos eran todavía superiores y todo – según muchos de aquel tiempo- era precisamente como debía ser. Al finalizar los partidos, los jugadores victoriosos eran llevados en brazos por el público que estaba de pie, un público compuesto de trabajadores blancos, mulatos y negros. Cargaban a los jugadores hasta los asientos donde se encontraban con la gente de su misma clase, sus iguales. Todavía resultaba impensable que personas corrientes ocuparan los asientos. La rivalidad entre negros y blancos aumentó, y en el América, uno de los más grandes equipos de Río, muchos jugadores e hinchas dejaron el club cuando al extraordinario mediocampista negro Manteiga (llamado así porque deslizaba los pases como mantequilla, Manteiga significa Mantequilla) se le permitió jugar en el club. En la cancha él era el Rey y a menudo era sacado en andas por los eufóricos hinchas. En el camerino y en la sede del Club en cambio era „aire”. Jamás se atrevió a sentarse en el hall de entrada de la sede junto a los jugadores blancos. Habría constituido una provocación. Lo mismo en los cocktailparties. Fue invitado a la casa de João Santos un miembro del directorio del club, pero se sintió completamente extraviado en la elegante mansión y sentía pánico de haber molestado a uno de esos jugadores que abandonaban el club porque lo habían contratado a él. Era una exigencia no dicha el que los jugadores fueran estudiantes de medicina, abogados, ingenieros u oficiales y, al interior del fútbol se trataba de demostrar permanentemente la superioridad de la clase blanca. Toda una cultura de la clase superior que giraba en torno al deporte se veía amenzada por los negros y los grandes clubes hicieron cuanto estaba en sus manos para detener la democratización. Por eso el mulato Arthur Friedenreich fue tan importante en la popularisación del deporte.
Friedenrich era el mejor jugador del país pero no era blanco y, cuando él ganó la copa sudamericana en 1919, contra Uruguay (1-0), convirtiendo el único tanto en el período suplementario del alargue, fue un gol histórico en muchos sentidos. No significaba solamente la primera victoria contra el archirival Uruguay, sino también un gol que, según Mario Filho, „..preparó el camino para la democratización del fútbol brasileiro”. Los negros aprendían a jugar fútbol por sí mismos, no tenían ningún profesor blanco o entrenador ya que ellos no eran bienvenidos en los clubes elegantes. En los lugares para ver el partido de pie se hablaba de la„academia de foot-ball” era el nombre popular para designar los clubes acaudalados „universidad de fútbol”. Ellos tuvieron que arreglarselas solos en „la escuela popular”, en la calle y en cualquier sitio donde se pudieran dividir en dos equipos. Con calcetines enrollados se jugaba en las calles, paseos, campos y con ayuda de su propia capacidad de imaginación, su fantasía y aquello que se recordaba de los partidos que habían podido mirar desarrollaban su propio juego. A mediados de la primera década desaparecieron los clubes que eran sólo para ingleses o alemanes. El deporte se extendió sobre todo el territorio y el 21 de Julio de 1914 jugó, Brasil como país, su primer partido. Contra el Exeter City, un club inglés en gira por Brasil. Brasil ganó 2-0 ante unos diez mil espectadores. El fútbol brasileño comenzo a organizarse. Una asociación nacional, CBD, se fundó en un intento por unir las nuevas federaciones fundadas en Río. Federacão Brasileira de Esportes, FBE, y en São Paulo, Federacão Brasileira de Futebol, FBF. Ambos estados lidiaban para ser la cara del fútbol brasileño, esto fue resultado naturalmente del enorme tamaño del país pero también de la „rivalidad” o el „bairrismo” (mentalidad de aldea) y que causó enorme daño al fútbol brasileño durante la década. La rivalidad entre ambas ciudades y otros estados condujo no solo a un problema dentro del fútbol brasileño. Fue también la razón directa para que los políticos mucho después se decidieran a crear Brasilia, la capital construida artisticamente en el interior del país, como una manera de balancear la disputa entre esos hermanos peleadores a la orilla de la costa. La idea entre tanto de una nueva capital era ya vieja, había nacido en 1891.
La Copa sudamericana de 1919, que se jugó en Brasil, fue la revelación definitiva del fútbol en el país. En el primer partido Brasil ganó 6-0 contra Chile ante 20.000 espectadores. La final contra Uruguay, uno de los poderosos del fútbol de la época, se jugó el 29 de mayo ante 35.000 espectadores en el estadio Fluminense de Río de Janeiro. El pitazo inicial estaba fijado para las dos de la tarde pero ya a las nueve de la mañana la gente había empezado a juntarse. Luego del triunfo de Brasil, con gol de Friedenreich en el segundo tiempo del alargue, los jugadores fueron cargados en los hombros del público. El presidente los recibió en el palacio de gobierno y cuando los jugadores de São Paulo regresaron a su ciudad, fueron homenajeados con un paseo en tren desde la estación al centro de la ciudad. Y, aunque los jugadores negros todavía no eran aceptados como iguales a los blancos, el fútbol se había ganado el corazón del pueblo brasileño. Además, las distintas ligas, organizadas en los estados federales crearon un campeonato nacional en 1922, pero no entre clubes. Uno de este tipo debería esperar hasta 1971, lo que hace a Brasil único en el mundo del fútbol. El campeonato nacional, que tuvo gran impacto, ocurrió entre los estados federales, y el primer año se encontraron, como tantas veces antes, los eternos rivales São Paulo y Río de Janeiro, con triunfo de 4-1 para São Paulo. El fútbol era todavía, a inicios de la década del veinte, un placer para la elite y entre los jugadores habían pocos que trabajaban. Con escasas excepciones eran estudiantes los que jugaban fútbol, solo en el Bangu había trabajadores ocupando distintas posiciones en el equipo, ya que la popularidad del fútbol comenzaba a crecer y se consideraba un mérito ser bueno para el futbol cuando se solicitaba trabajo en la industria textil. Para los que jugaban en el equipo el trabajo era más liviano y además podían retirarse temprano para poder entrenar. En lo referente a los negros, Bangu tuvó como arquero, durante un cierto periodo, un marinero negro, Heráclito. El tenía grandes problemas con el alcohol, lo que fue descubierto por los rivales, y antes de los partidos no faltaba quien invitara a beber una copa al gran arquero, con la consecuencia de que, cuando el partido comenzaba, él dejaba ingresar balones que jamás habrían entrado estando sobrio. Heráclito sirvió de argumento para aquellos que se oponían al ingreso de negros al fútbol. „Mira, un negro borracho, así son siempre, y estos quieren jugar fútbol, ¿Cuándo?”. No, algunos „negros sujos‰ ( negros sucios) no vendran a manchar el orgullo del deporte.
Así parecía la cosa y no fue mejor cuando para navidad Río de Janeiro, en representación de la ciudad, envió un equipo integrado por negros y mulatos, a jugar un partido contra São Paulo. Los jugadores blancos con „buenos” antecedentes pasaban la navidad junto a sus familias. El equipo de Río perdió 9-1 lo que permitió fortalecer los prejuicios de los blancos contra los negros. No, mientras más estudiantes, tanto mejor, era la consigna. Y la vida de fútbol era una vida de estudiantes. Se iniciaba en la facultad, seguía en el entrenamiento, y se prolongaba en la sede del club, que a menudo servía de segundo hogar a los jugadores. Había de todo, biblioteca, comedor, dormitorios, así como salones para fiesta, banquetes y bailes. Los jugadores de Fluminense por ejemplo, eran estudiantes que „tenían de todo”: tiempo, dinero, ropa y comida. Entrenaban todos los días con entrenadores profesionales y se perfeccionaban como jugadores. Por eso no fue ninguna casualidad que ganaran el campeonato de Río tres años seguidos 1917, 1918 y 1919. Los jugadores vivían en una sede de club similar a un palacio y existía un verdadero culto hacia los estudiantes que participaban en el fútbol. Más tarde, como un impedimento para los negros, se introdujó una nueva regla: para poder jugar en la liga de Río, se exigía de los jugadores que supieran escribir y leer. Lo que no constituía ningún problema para los de Fluminense, quienes incluso tenían una propia poetisa de la casa, Ana Amelia, casada con el carismático arquero del equipo y además de la selección nacional, Marcos de Mendonça. La poesía de Ana Amelia era solemne y rimada y, los jóvenes estudiantes que ella contemplaba con amor durante los partidos se convertían en su poesía en dioses griegos, imposibles de derrotar. En otros clubes existían entretanto jugadores que ni siquiera podían escribir sus nombres y para estos de pronto dejó de existir el derecho de poder pertenecer al equipo. Como Pascoal Cinelli, un jugador que se pensaba podía hacer de todo con el balón, pero no podía escribir su nombre y mientras más trataba menos podía, al final se logro que escribiera „Silva” y quedó con ese nombre. 1922 es un año importante en la historia contemporanea brasileña. Fue el año en que la semana de arte „A semana de Arte Moderna‰ se llevó a cabo en São Paulo. Un centenar de artistas, escritores y compositores se reunieron en Sao Paulo en torno a un manifiesto por el arte moderno con acento especial en lo brasileño, liderados, entre otros, por vanguardistas como, Mario de Andrade y el compositor Heitor Vila-Lobos. Muchos comprendían la importancia de atreverse a recorrer un camino artístico propio basado en el carácter y la cultura brasileños y el manifiesto llamaba a los artistas de todas las disciplinas a desprenderse de las influencias europeas, y todas aquellas formas que intentaban congelar la música, la literatura y el arte brasileño en moldes europeos. „A Semana de Arte Moderna” tuvo profundas consecuencias en todos los niveles de la vida social brasileña: por primera vez el brasileño se vio reflejado como lo que él era. El mulato, el mestizo recibía una confirmación artística y política, lo que trajo consecuencias incluso al interior del mundo del fútbol. Otro suceso de aquel tiempo que vinó a influir en el desarrollo ocurrió cuando el equipo nacional brasileño debió viajar a Buenos Aires para jugar un partido amistoso contra Argentina. Y la prensa presentó a los jugadores brasileños como „monos” debido a que habían jugadores negros en el equipo. Muchos jugadores se negaron a participar en el partido y cuando sonó el silbato inicial había sólo ocho jugadores por cada equipo. Otro suceso que también influye en el desarrollo del fútbol ocurre cuando Uruguay visitá Río para jugar un partido amistoso. El equipo uruguayo lo integraban diez hombres blancos y uno negro, Gradim. Pronto Gradim metió dos goles y el público enloqueció. Los jugadores brasileños no podían ocultar su ira y cada vez que Gradim recibía el balón era golpeado sin que el árbitro se atreviera a intervenir. Gradim era negro y Brasil jugaba de local. Al final Gradim ni siquiera intentaba tocar el balón, pero Uruguay ganó 2-0, y en Brasil muchos vieron en esto un signo. Un club que sacó conclusiones de esta situación fue el Vasco da Gama de Río. En 1922 el club clasificó para jugar en la división superior de Río. Vasco da Gama fue – y es- el orgullo de la colonia portuguesa en Río y había formado un combinado en la mejor tradición portuguesa. El equipo que clasificó para la división superior estaba integrado por negros, mulatos y blancos, trabajadores portuarios y choferes de taxi. El equipo con su composición era una revolución social, pero los grandes equipos de Río al comienzo no se preocuparon. Nadie tomó al Vasco en serio „Ellos pueden incorporar a cuantos negros y mulatos quieran, eso no los ayudará!” Cosas como estas se podían oír sobre el Vasco da Gama que ni siquiera disponía de un estadio propio donde jugar.
No obstante, en breve las cosas cambiarían. Tan pronto como el Vasco empezó a ganar partidos los estadios se llenaron. Y esta vez con gente que nunca antes había asistido al fútbol. Cualquiera con raíces portuguesas en Río se sentía desafiado a asistir y aclamar a la gran sensación y, el éxito del Vasco creó una situación donde los otros grandes clubes, pertenecientes a „el lado de Brasil” como le dicen, juraron entre ellos derrotar al pequeño club. No se trataba sólo de blancos sino también de Brasil contra Portugal, una cuestión de prestigio. Los jugadores de Vasco entrenaban duro, a pesar que ellos tenían trabajos normales que realizar. Entrenaban incluso de noche, a la luz de la luna. Antes del partido contra Flamengo el 8 de julio de 1923 los grandes clubes de Río se habían movilizado. Vasco jugaba de local pero debía hacerlo en el estadio de Fluminense donde los hinchas del Flamengo, hicieron la misma cosa los de Botafogo y Fluminense. Se armaron de remos -los clubes eran precisamente clubes de remo también-. Los hinchas de los tres clubes ocuparon sus posiciones y, frente a estos hinchas, tan amenazantemente equipados, los partidarios del Vasco no se atrevieron a vitorear a su equipo. Por una vez, en esa temporada, perdió el vasco. 3-2. Y los hinchas del Flamengo pudieron, junto a los hinchas de otros clubes, por un corto tiempo, vivir la ilusión de que todo era como debía ser, y que ellos todavía vivían en „el mejor de todos los mundos‰ donde los negros conocían su lugar. En la sociedad tanto como en la cancha. Nada podía ser mas errado. La derrota ante Flamengo fue la excepción que confirma la regla. Vasco da Gama ganó el campeonato de Río de 1923. „La revolución” había vencido. Trabajadores comunes brasileños, negros y blancos, habían colocado a la elite blanca en su lugar, estaban muy adelantados a su tiempo y ganaron con el tipo de composición de equipo que en el futuro haría de Brasil una superpotencia dentro del fútbol. Pero como en todas las „revoluciones” pronto vino una reacción. Como una respuesta a la victoria del Vasco en el campeonato de Río-1923, crearon los clubes ricos de Río una nueva liga propia de la que el Vasco quedo excluído. Y el Vasco da Gama debió permanecer en la antigua liga junto a unos cuantos clubes pobres de los suburbios. La nueva liga, AMEA (Associacao Metropolitana de Esportes Atléticos) mantendría en alto el ideal amateur inicial. Y lo sucedido en 1923 se esperaba fuera un suceso ocasional. De aquí en adelante el fútbol sería solamente para los blancos y se mantedría en la condición de amateur. Asi era. El triunfo del Vasco da Gama fue un duro golpe para la elite blanca, sus sueños, su exposición de razas y su superioridad social. ¿Estibadores y choferes de taxi como jugadores de fútbol? El instrumento para „proteger” el fútbol y no permitir que lo controlara el pueblo era el amateurismo. Y AMEA, la nueva organización, tuvo pronto la misión de controlar a cada jugador en Río de Janeiro, en qué trabajaban y si podían escribir sus nombres. Los blancos hacian de todo para detener el ingreso de los negros en el mundo del fútbol, o para citar al sociólogo Mauricio Murad (¡hincha de Vasco!): „El fútbol fue tanto rasista como elitista desde que se introdujo en Brasil en 1894, y asi fue como creó, desde su inicio, una violencia en torno suyo cuando se prohibió a los negros y a los pobres participar en el juego. Se trataba de agresiones fisicas y verbales, con exigencias de asistir a ciertas escuelas o poder mostrar certificados de empleo de un lugar de trabajo, hasta abiertas campañas ideológicas en la prensa en contra de la democratización del fútbol. Llegando al punto de erradicar el fútbol como rama dentro de ciertos clubes, una estrategia utilizada por la elite dominante para evitar lo inevitable: la popularisación y democratización del fútbol” (de „De los pies a la cabeza”)
Vasco da Gama era el objetivo de los celosos controladores. Vasco tenía el público más grande de Río, y se quería por razones económicas, tener al equipo en la nueva liga. Pero no a los jugadores. Ese era el límite. Vasco respondió organizando clases de lectura y escritura para los jugadores. Muchos jugadores participaron con entusiasmo y al año siguiente no había nada que temer de los controladores de AMEAS. Pero el fútbol estaba astillado en una liga amateur „blanca” y otra „mezclada” y, los criterios de AMEAS sobre cuales jugadores eran aceptados y cuales no, cambiaba todo el tiempo. Cierto tipo de trabajadores de fábrica se podían aceptar, al igual que ciertos negros. Pero no en el Vasco. La situación llevó a que el Vasco arreglara puestos de pantalla en los negocios y en elegantes empresas, después de lo cual AMEAS desconoció esas empresas, todo con la intención de pillar a esos clubes que habían sido lo suficientemente frescos como para desafiar el poder de la elite blanca en el fútbol. Un poder que podía adquirir expresiones comicas. Fluminense tenía por ejemplo 10 votos, Vasco solo uno cuando se votó sobre la creación de la nueva liga. La situación recuerda la de hoy, cuando todavía son los mismos clubes los que deciden en el fútbol brasileño, con la diferencia que Vasco da Gama hoy pertenece a los clubes más poderosos de Río. La corrupción hoy recuerda ese poder de „os cartolas” que los directores de los clubes se consiguieron entonces. Historicamente entre tanto la situación estaba perdida para la vieja elite. El tren del tiempo avanzaba a gran velocidad, el fútbol se volvía excesivamente popular, los negros se apoderaban de él, y ya en 1926 São Cristovão, un equipo de barrio, ganó la liga con más jugadores negros aún que los que tenía Vasco da Gama cuando ganó la liga. Se jugaba fútbol en casi todas las partes de la sociedad brasileña e intentar mantener a raya al pueblo con ayuda de estatutos dictatoriales resultaba infructuoso. Feitiço, un mulato y uno de los más grandes idolos del fútbol brasileño, encarnaba la nueva conciencia negra; 1928, durante un partido entre São Paulo y Río de Janeiro, el entonces presidente de Brasil Washington Luiz, presente durante el partido, ordenó a los jugadores continuar el juego después de un incidente en la cancha que interrumpió las acciones „Allá arriba manda usted, aquí abajo mando yo” respondió Feitiço, a continuación los jugadores lo siguieron fuera de la cancha, y el presidente abandonó el estadio, profundamente humillado. Durante algunos años se intentó mantener el ideal amateur en alto, como respuesta a la victoria del Vasco en 1923, pero ese ideal amateur, que se sostenía para impedir que los trabajadores y los negros ingresaran al deporte favorito de los estudiantes blancos, estaba condenado a desaparecer, a pesar de la resistencia de los grandes clubes y sus líderes. El presidente de Flamengo, Rivadavia Meyer, simultaneamente presidente de AMEA aborrecía el pensamiento profesional: „El jugador profesional es como un gigolo que utiliza una puta. El club le proporciona todo lo que necesita para jugar fútbol y pasarlo bien y él además ¿quiere ganar dinero? Yo no voy a permitir jamás esto en el Flamengo. El profesionalismo humilla al ser humano.”. Pero con las grandes masas de espectadores ingresaban grandes cantidades de dinero. El profesionalismo llamaba a la puerta, y además estaba la presión de la marea reclutadora de los clubes profesionales italianos -cada buque italiano que recalaba en Buenos Aires, Montevideo o Río de Janeiro se llevaba jugadores para los clubes de Italia- El rumor de poder „vivir como un Rey” que los jugadores italianos esparcían, había alcanzado a los jugadores sudamericanos. Y, al igual que hoy día, se engañaba con los pases. Los jugadores brasileños blancos se conseguían apellidos italianos para ingresar de manera más fácil al atractivo mercado del fútbol italiano. Durante un sólo año, 1931, desaparecieron 31 jugadores brasileños en los clubes italianos Fiorentina, Lazio, Como y Roma. Además el fútbol argentino se profesionalizó el mismo año y varios jugadores brasileños se fueran para allá.
Otro suceso que contribuyó a acelerar el desarrollo del fútbol fue el derrumbe de la bolsa en Nueva York en 1929. Golpeó duramente las exportaciones de Brasil con fuertes caídas de precio, entre otros, el café. Los productores de café de Río eran los principales auspiciadores del deporte amateur y muchos de ellos terminaron en la quiebra. El exitoso club Paulistano, donde jugaba Friendenreich, debía su existencia al auspicio que recibía. Los dueños de plantaciones y los productores de café que apoyaban amplia y generosamente el ideal amateur ya no disponían de posibilidades de cobijar bajo su protección económica a los clubes. Entre tanto la crisis no golpeaba solamente al café sino que a todo el conjunto de la sociedad brasileña y poco más tarde, (1930) con el apoyo de los militares, el legendario Getúlio Vargas tomó el poder en Brasil, como una reacción a los problemas económicos que la quiebra de la bolsa de Nueva York trajo consigo. La revolución de Vargas era, en el fondo, producto de las progresivas ideas positivistas incubadas entre los militares, unos militares que se consideraban como una elite escogida para convertir al Brasil en una sociedad moderna. Getúlio Vargas era un representante típico del optimismo desarrollista que veía a la industria, los trabajadores y las grandes ciudades como el ideal del futuro. Sus opositores estaban en el campo, eran los dueños de plantaciones y los campesinos, que todavía constituían una mayoría entre los habitantes del país. La economía todavía descansaba en las exportaciones, pero el estado se hizo cargo de importantes funciones económicas, entre otras, la de comprar y quemar grandes cantidades de café y, la economia planificada desde el estado central, que durante gran parte del siglo veinte fue un „cubo‰ se inició durante este período. La economía autónoma de los estados federados se suprimió y todo paso a ser controlado desde el estado central. El profesionalismo del fútbol brasileño significa también un paso adelante hacia la sociedad moderna. Esto se oficializó legalmente en 1933, lo que significó que las clases -y las diferencias raciales- dentro del fútbol desaparecieron. En adelante serían los mejores jugadores, con independencia, de su color de piel o su condición social los importantes para los clubes brasileños y lo que inició Friedenrich -„el mulato que quería ser blanco” – con el gol de la victoria contra Uruguay en 1919 prosiguió con la institución del profesionalismo pero también con la marcha triunfal de Leonidas da Silva „El diamante negro” que efectuaba bicicletas „a la orden”, y embrujó a una nación completa. Con él los negros no ingresaron solamente a la elegante habitación del palacio que el fútbol arrendaba en Brasil, sino que se tomaron también el fútbol, y después de Leonidas da Silva los negros y mulatos dominaban el fútbol brasileño. Y, el fútbol llegó, según varios sociólogos, a jugar un importantisimo papel en la creación del concepto de ciudadano para los negros. Gilberto Freyre sostiene esto al igual que Mauricio Murad, quien en su libro sobre el fúbol brasileño (Dos pés à cabeça) escribe: „Además de ser tanto un arte como un oficio (el fútbol se profesionalizó en 1933) es el fútbol, asi como se practica en Brasil, la representanción política de una legítima conquista: la obtención de ciudadanía de la clase baja. En este sentido se puede ver esto, historicamente, como un paradigma con el cual podemos entender la estructura fundacional que nos a formado. Esto nos muestra la diversidad y la mezcla social, étnica y de razas sin que, en modo alguno, se haya tenido suerte en conciliar las diferencias y conflictos que existen entre clases y razas en nuestra sociedad. Es este universo variado, con toda sus contradicciones que el fútbol muestra tan nítido. O más que eso, el fútbol no solo muestra esto, sino que además, a su manera simbólica, sugiere soluciones… es mucho más que una afirmación, una interpretacción o un paradigma del Brasil, el fútbol es una proposición, un proyecto y un sueño de integración colectiva”. A los éxitos de los negros en la cancha siguió un creciente interés por la cultura africana. Los jugadores blancos se „africanizaron‰ y en algunos clubes se empezo a practicar ciertas formas de vodoo – macumba – candomblé o umbanda- antes de los partidos. La negación de los negros y su cultura se transformó en pocos años en una amplia apropiación de la cultura negra y los ritos negros. Y los dioses africanos a los que antes se les rendía culto a hurtadillas, por detrás de los simbolos cristianos, se podían ahora adorar abiertamente. El club designó incluso un „Pai de Santo” una suerte de sacerdote al interior del equipo, un jugador respon-sable de los ritos, y en 1932, en la „Copa Río Branco” un torneo internacional con Argentina, Uruguay y Brasil se practicó la macumba abiertamente para darles a los jugadores brasileños una gran fuerza interior. Lo que tuvo un cien por ciento de éxito. Brasil ganó el torneo y jugó tres brillantes partidos. La cultura de la macumba se esparció entre los clubes que sacrificaban pollos, enterraban ranas en el área chica y pintaban cruces detrás de los arcos. Se frotaban las manos con hierbas y vertían agua en sus zapatos antes de los partidos y en los camarines se encendían velas y se dibujaban „anillos” en el suelo, se paraban en el interior de los anillos con las manos tomadas y oraban juntos.
Pases cortos y balones cruzados – pensamientos sobre el Brasil, los brasileños y su gran pasión: el fútbol.
„Es imposible dar una visión integradora completa de un país que todavía no se mira completamente a si mismo y además se encuentra en tan impresionante y rápido desarrollo, que cada informe y estadistica se vuelve añejo de inmediato, antes que la información sea procesada para enviarse a impresión. Por eso entre la abundancia de interrogantes está siempre el problema de establecer ese termino medio actual, y que me parece que desde un punto de vista espiritual y moral otorgan hoy a Brasil un especial rango entre todas las naciones. Este problema central, que obliga a cada generación y asi pues incluso a la nuestra, es reponder a la más simple y por tanto necesaria de todas las preguntas: ¿Cómo podemos llegar sobre nuestra tierra a convivir en paz entre seres de diferentes razas, clases, colores, religiones y convicciones? Este es el problema que presiona una y otra vez imperiosamente a cada comunidad, a cada estado. Para ningun país este problema, como resultado de una especial y compleja constelación, se ha planteado tan peligrosamente como para Brasil y ningun país -felizmente para acentuar eso escribo este libro- lo ha resuelto de manera tan afortunada y digna de imitar como precisamente lo ha realizado Brasil, un modo que segun mi personal impresión puede consitar, no atraer la atención del mundo pero si su admiración”.
Estractado del libro de Stefan Sweig Brasil – el país del futuro; un libro escrito a la sombra de la Europa de Hitler y Mussolini. Brasil para Zweig fue la afirmación a una humanidad mezclada que el fascismo y el nazismo tanto despreciaban.
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Mauricio Murad investigador del fútbol en la Universidad de Río de Janeiro, Universidade do Estado de Río de Janeiro, donde él fundó la sección para la investigación del fútbol „Núcleo de Sociología de Fútbol” En su libro Dos pés a cabeça (De los pies a la cabeza) intenta escribir sobre la sociología del fútbol brasileiro: „El fútbol es el ritual con más sustancia dentro de la cultura popular brasileira, la mejor metáfora para la estructura básica de nuestra sociedad. Estudiar el fútbol significa abrir un fantástico abanico de posibilidades temáticas, trabajo, investigación y conocimiento en torno a la realidad brasileña”. Nos encontramos para una entrevista en su departamento de Tijuca en Río de Janeiro. El tiene un pasado como junior en Botafogo pero el equipo de su corazón es Vasco da Gama. El tema que lo fascina más que nada es la función de los negros en la historia del fútbol brasileño: – Los negros son fundamentales en la Historia de Brasil. Y en la historia del fútbol brasileño. Ellos fueron los creadores del estilo de fúlbol brasileño. Con una habilidad y un balance que nosotros llamamos malemolencia. En la cultura africana el cuerpo esta en el centro. Las danzas, las fiestas religiosas, los rituales… Toda esta cultura del cuerpo llegó aquí con los esclavos. Los cuerpos negros fueron esclavisados tanto para el trabajo como sexualmente. Y los cuerpos negros reaccionaron contra la esclavitud con rituales fisicos. Los negros crearon la samba que primero se llamó zemba que era una protesta contra la esclavitud. Ellos crearon la capoeira, el maculelé y muchas otras expresiones para su cultura del cuerpo. Al inicio los negros no podían jugar fútbol. Cuando luego empezaron a jugar ellos trasladaron al juego su cultura del cuerpo, la musicalidad y la flexibilidad. El fútbol llegó al Brasil en 1894, entonces era elitico y rasista, solo los muy ricos, entre las elegantes familias blancas podían jugar. En 1923 se creó el primer equipo con negros, mestizos y blancos pobres de Río, Vasco da Gama. Este equipo ganó el campeonato de Río lo que revolucionó el fútbol. Eso demostraba que los negros, mestizos y blancos pobres podían jugar e incluso mejor que los blancos ricos. Garrincha, por ejemplo, fue una mezcla de landu y jongo. En ambas danzas se puede engañar al rival, La danza consiste precisamente en engañar al rival. Y hacer fintas es precisamente eso -intentar engañar al otro- Yo he publicado un libro en donde comparo varias cualidades de nuestro fútbol con otras expresiones de la cultura brasileña. La bicicleta, por ejemplo, el más hermoso movimiento acrobático, lo comparo yo con la capoeira.
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En algunos países se rinde culto al pecho de las mujeres, en otros a sus piernas o a su rostro. En Brasil estan las jóvenes muchachas en casa llorando ante el espejo, no porque su seno es demasiado pequeño o tienen espinillas en la cara. Ellas lamentan que su trasero no sea suficientemente grande o redondo. En Brasil se adora el trasero como una esencia divina. Nuevamente aparece Africa y el orgulloso balancear de trasero de la mujer africana. En el principal clásico de la literatura brasileña, la barroca obra surrealista Macunaima, de Mario de Andrade, una increiblemente divertida coronación creativa, se explica el nacimiento del fútbol como que el balón llegó a los humanos como una parte del trasero femenino y como una parte de la adorada redondes. Quizá esto explica en parte el increible amor que los jugadores brasileños muestran por el balón, si, la ternura con que los jugadores acarician el cuero. Entonces no es tampoco ninguna casualidad que un gran jugador como Didi siempre se refiera al balón como „ela”, ella.
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En su autobiografía Pelé comenta el divertido hecho de que a tantos astros del fúbol brasileño les hayan puesto apodos de dos sílabas: Pelé, Didi, Baba, Pepe por ejemplo. Su conclusión es que el apodo se ha puesto para facilitar el trabajo de los comentadores radiales y televisivos y por supuesto no deja de tener razón ¿Cómo sonaría si pronunciaran el nombre completo de los jugadors durante el desarrollo de un partido? El mismo da un ejemplo: „Edson Arantes do Nascimento recibe el balón de Sebastião da Silva Tenorio Araujo y lo envía para Valdemar Joao Mendes de Morais Filho que lo deja pasar para Arthur Ribeiro Carvalho José Brito que se lo entrega a Ruy Moreira Acácio Guimarães que lo cabecea…” (Pelé, My Life and the Beautiful Game, pág 26)
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„The girl of Ipanema” (La chica de Ipanema) la clásica melodía de Tom Jobim y marca de fábrica de Río de Janeiro. Un homenaje a la belleza de la mujer, es uno de los muchos temas que ha contribuído a comparar la belleza de Río con el deseo, y con la belleza femenina. Un atardecer me encuentro yo tendido precisamente en Ipanema. La gente se dirige a sus casas y no somos muchos los que quedamos en la playa. Entonces, junto a un hombre, pasa ella „The girl of Ipanema” una bella mulata que rebelde se quita el sosten para, al instante siguiente, riendo sumergirse en las altas olas. Es tan hermosa que el mar, el cielo y el viento parecen acariciarla. Un instante fugaz, el don divino de la belleza en medio del agitado tráfego de la ciudad, una imágen de deseo y belleza para llevarse consigo.
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Junto al poeta Reynaldo Valinho Alvarez visitamos al anciano Zizinho, el gran jugador „Mestre Ziza”,, en su habitual bar en Niteroi, ciudad vecina a Río de Janeiro en abril del 2001. El presenta un buen aspecto a pesar de sus 79 años y sostiene bajo el brazo un ejemplar de un libro que aparecerá en algunas semanas. El libro trata de sistemas de juego donde, entre otras cosas, él afirma disponer de pruebas que demuestran que, el sistema con que Francia ganó el Mundial de 1998 es un sistema que él mismo introdujo como entrenador en el Club América en 1971: 4-3-1-2. Conversamos varias horas, las historias fluyen sin cesar de su boca, y cuando le cuento que Kalle Palmér fue mi entrenador en el colegio y que formaba parte del equipo que Zizinho y sus compañeros aplanaron 7-1 en el Mundial de 1950, asoma un dejo de compasión a sus ojos y comienza de inmediato a disculparse. Me pide transmitir sus excusas a Kalle Palmér y, extraordinariamente parecen sonar como „esa no era la intención”.
Un segundo más tarde relata como llegó a ser profesional. Le pidieron que se presentara a entrenar al Flamengo. Y allí se encontraba el solitario Zizinho, diecisiete años entonces, mirando desde la banca, cuando de pronto Leonidas, „El diamante negro”, se lesiona. Flavio Costa, el entrenador, y actual capitán de la federación brasileña, se acerca a Zizinho:
– ¿Eres tú el chico de Niteroi?
– Sí.
– Ingresa en lugar de Leônidas.
Lo hizo de inmediato. Diez minutos después había marcado dos goles. Al finalizar la práctica el entrenador vinó donde él.
– ¿Eres profesional?
– No.
– ¿Quieres serlo?
– Sí…
– Ya lo eres.
Y de este modo Zizinho se hizo profesional en el querido equipo popular donde Leônidas era Rey. El príncipe heredero estaba señalado y, un día después del entrenamiento, Leônidas se ofreció para conducir al joven Zizinho hasta los botes a Niteroi, que Zizinho utilizaba diariamente para ir y venir a Río. Zizinho aceptó. Leônidas era uno de los pocos habitantes de Río que tenía automóvil, un automóvil de lujo, y cuando Zizinho se acomodó en el interior Leonidas condujo en una dirección diferente de la que Zizinho esperaba. Enfiló hacia Ipanema y Copacabana. Zizinho no entendía nada y tampoco preguntaba, se dejaba llevar. Al final Leônidas se detuvo ante la magnífica sede del club Botafogo en la Avenida General Severiano. Zizinho aún no entendía nada. Leônidas le pidió que bajara del auto, lo que hizo de inmediato. En la veranda del Botafogo estaban sentados todos los integrantes del equipo, un equipo que a mediados de los cuarenta no era famoso por su juego elegante sino por su brutalidad. „La caballería prusiana” los llamaban. Zizinho se sintió incómodo. Leônidas empezó a vociferar palabras insultantes contra Botafogo y sus jugadores, maldecía, escupía y gritaba. Así que los jugadores de Botafogo se incorporaron, como un solo hombre, y corrieron hacía Leônidas y Zizinho, los que apenas tuvieron tiempo de meterse al auto y escapar de los furibundos jugadores de Botafogo.
– ¿Eres estúpido?, preguntó Zizinho todavía choqueado.
– Yo solo quería provocarlos un poco, respondió Leônidas.
– Pero justamente los vamos a enfrentar el domingo.
– Por lo mismo, respondió sardónico Leônidas.
Leônidas da Silva, uno de los más grandes, era también un excepcional provocador que incluso podía bajarse los pantalones y mostrarle el trasero al público. Pero aquella vez ocurrió que los jugadores de Botafogo aún estaban tan enojados el día del partido que, como locales, perdieron 2-1. Con un gol de Leônidas y otro de Zizinho. La táctica había triunfado hasta en el más mínimo detalle.
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El exotismo. Un gran problema. Traspasar la superficie de las imágenes que se han proyectado de Brasil en el extranjero. Discutimos este tema con Reynaldo Valinho Alvarez, poeta de Río y aficionado de Flamengo. El teme que mí libro sea una romántica mescolanza sobre lo bueno que fue todo en el pasado -el síndrome Garrincha- Y comienza, pedagógico e indignado, a hablar sobre el trabajo infantíl, de como miles de jóvenes brasileños son exportados, como esclavos, a los grandes clubes europeos con la esperanza de que de alguno salga un „nuevo Pelé” o Romario. Continuamos con Pelé y yo menciono algo relacionado con la miserable infancia de Pelé. El se enoja: „¿un pobre lustrabotas?” Pelé viene de la clase media, su padre fue profesional del fútbol. Ah, todos esos mitos, tú no puedes caer en lo mismo, Federico, prometelo…
Pienso en eso. Mi amor se basa justamente en la imágen de Pelé y Garrincha en 1958. En el seductor libro sobre Garrincha de Imi Markos. Esa es justamente mi primera verdad. Garrincha con su caña de pescar en Pau Grande como un contrapunto al libro de Sucksdorfs sobre Chendru. El niño silvestre que sacudió como una bomba el mundo del fútbol. En la primavera del 2001 yo visito Pau Grande, es exactamente como en el libro de Imi Markos. Inmaculado. Otro mundo. Distante de la brutalidad de Río. Es un viaje de una hora pero también de cuatro décadas. El Brasil que encuentro en Pau Grande es el abierto, generoso, calmado y que todavía no pierde la virginidad, que todavía no parece haber vivenciado la dictadura militar, el narcotráfico, la violencia y el hipercapitalismo. Estoy encontrandome con el Brasil de mí fantasia infantíl y cuando nos acercamos a la casa de Garrincha escucho a los pájaros y contemplo el arroyo, el bosque y la pequeña casa donde creció. Vagamos por allí toda la tarde, junto al escritor de Río Cláudio Aragão. Primero nos dirigimos a la tumba donde encontramos a una mujer de la comunidad religiosa. Ella se toma libre el resto del día, nos invita a almorzar y nos sirve de guía. Saluda a todo el mundo, los conoce a todos. La tumba, cuenta ella, es más visitada por extranjeros, no muchos brasileños. Pero muchos argentinos, ironicamente. La tumba es sencilla. De los jugadores que integraron el equipo mundialista de 1958 y 1962 vienen a menudo Nilton Santos y Didi. Pelé nunca ha estado aquí, señala varias veces con un dejó de desilusión en la voz, y del museo que iban a levantar para „Mané” se colocó sólo una piedra. En un mentiroso banco de la pequeña sociedad está sentado el primer entrenador de Garrincha, Toti, un anciano y simpático hombre negro, que habla de „Mané” como si aún estuviera vivo. Y lo está „A alegria do povo”, la alegría de la gente, Garrincha -el pajárito- todavía vuela y nombrarlo es poner en marcha la historia, los recuerdos, la alegría – y las lágrimas. El hombre que maneja el pequeño bar en la calle donde Garrincha creció comienza a llorar cuando decimos porque estamos allí. Cada quien tiene su imágen, cada quien tiene su amor, pero en una cosa estan todos de acuerdo en Pau Grande: Garrincha fue y será nada más que „un gran niño”. Arthur Poerner, un ex-prisionero político, cuenta que durante el Mundial-1970, se encontraba detenido junto a cierto número de camaradas y en el partido inicial él y sus camaradas habían decidido gritar por Checoslovaquia. La razón, entre otras, era que João Saldanha, comunista convencido, había sido despedido de la federación justo antes del Mundial y reemplazado por Zagallo. Además los prisioneros comprendían que una nueva medalla de oro fortalecería a la dictadura. Al poco rato cuando los checos anotaron el primer tanto y el marcador quedó 1-0 todos los planes políticos se fueron al suelo. El patriotismo futbolístico había vencido y cuando Brasil terminó ganando 4-1 las celdas vibraban de victorioso júbilo brasileño.
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El concepto de „Realismo mágico” fue lanzado por Carmen Balcells, directora de la editorial española Seix Barrals que, en las décadas de los sesenta y setenta, introdujo al mercado a varios de los escritores latinoamericanos. La frase acuñada como un eslogan comercial más tarde sería adoptada por los critícos y los académicos literarios, a pesar que muchos de los escritores a que se refería el concepto tenían más en común con el duro, corto y realista estilo de Hemingway; Vargas Llosa es un ejemplo. El concepto busca acentuar „lo fantástico”, el modo en que la verdad y la mentira se entretejen en un increible vocerío que García Marquez en „Cien años de Soledad” eleva al arquetipo del „realismo mágico”. Un suceso que en la historia del fútbol brasileño facilmente podría ingresar en la novela de García Marquez ocurrió durante la copa de São Paulo en 1949 en un partido entre Santos y un casi desconocido equipo menor de las afueras, XV de Piracicaba. El Santos que era muy bueno en aquel tiempo, a pesar de que aun no irrumpía Pelé, ganaba 2-1 restando cinco minutos de partido. Llovía y corría un viento muy fuerte, cuando el delantero derecho del Piracicaba, José Cervi Junior, llamado „O Russo” (El rubio) caminó hasta la esquina de la bandera a servir un corner. Estaba dispuesto a que la jugada, de uno u otro modo, sirviera para conseguir la igualdad. Y cuando chuteó el equipo completo de Piracicaba se encontraba dentro del área de Santos. Él mismo, luego de chutear el corner, corrió a todo dar hacia el área. El balón, durante este tiempo, fue empujado hacia arriba por el viento y permaneció un instante suspendido en lo alto, antes de caer sobre José Cervi, que avanzaba veloz. Y con un cabezaso perfecto convirtió un gol con el tiro de esquina que él mismo había servido. El árbitro, un inglés de nombre Percy Snape, no encontró ninguna razón para no validar el tanto, con lo cual, para la salvaje alegría de los jugadores de Piracicaba, el partido terminó 2-2.
Garrincha: Auge y caída de „El Angel de las piernas torcidas” (1933-1983)
Para escribir sobre la vida de Garrincha es necesario profundisar un poco en la historia de Brasil. Los ancestros de su padre descienden de los indigenas fulnió del estado de Alagoas, en el noreste brasileiro, eran cazadores que muy temprano aprendieron a „esquivar‰ al hombre blanco. Los portugueses fracasaron en el intento de ponerlos a cultivar la tierra, los indios vivían de la caza y la pesca y eran diestros en eso. Tenían su propia cultura, también en lo sexual, donde se practicaba de todo: poligamia, incesto, sodomia, homosexualidad entre otras cosas. Los portugueses se choquearon al confrontarse con esta apertura de los indigenas. Luego se apoderaron de aquello y lo practicaron ellos mismos. Así fue como se originó la mezcla de razas brasileñas. En norteamerica los ingleses exterminaron a los indios, en Brasil los portugueses violaban o hacian el amor a las indigenas. Los portugueses acosaban a los indígenas incendiando la jungla, esto obligó a los indígenas fulnió a esparcirse hacia el noreste de Brasil. Los parientes de Garrincha terminaron en una fazenda (hacienda) a unos cientos de kilometros de la aldea natal quemada. El abuelo paterno José, en realidad Xise, se casó con Antonia, hija de un esclavo negro y una indigena. Eran tiempos dificiles en el noreste brasileño a fines de siglo. Las azucareras quebraban y la gente emigraba hacia el sur. La familia tuvo seis hijos, todos cafuzos, mestizos entre indigenas y negros, y el segundo hijo Amaro Francisco Dos Santos, sería el padre de Garrincha. Pero fue Manuel, hermano mayor de Amaro, el primero en marcharse de la hacienda. El era precoz y había oido de las fábricas textiles en las afueras de Río de Janeiro. En una de ellas, Pau Grande, situada a unos cien kilómetros de Rio de Janeiro, se instaló y abrió una fabrica de ladrillos que proveía de ladrillos a la textil „América Fabril” y cuando los padres murieron instó a sus hermanos a trasladarse a Pau Grande a trabajar junto a él. Todos lo hicieron, menos Amaro. El no era tan precoz como el hermano mayor y pasó un tiempo antes que se cambiara a Pau Grande. Justo él había contraido nupcias con la mulata María Carolina, en Olinda, pero apenas se unió a la banda de hermanos, le consiguieron trabajo como zapatero y fue en Pau Grande que Manuel dos Santos, llamado Garrincha como niño, nació en octubre de 1933.
En Pau Grande la fábrica textil dominaba todo. Era propiedad de los ingleses y „América Fabril” construyó las casas, tendió las calles e instaló la electricidad, el alcantarrillado y el agua potable, también construyó la farmacia y la escuela. La fábrica textil constituía -para bien o para mal- la vida de las personas. Entregaba seguridad y trabajo, los niños acudían a la escuela desde los siete a los catorce años de edad y, luego, pasaban a la fábrica donde continuaban trabajando hasta los cuarenta y cuatro años de edad. A los cuarenta y cuatro se tenía el derecho a jubilar. En el tiempo libre la naturaleza -propiedad de la fabrica- ofrecía pesca, baño y caza. Nada estaba prohibido, todos tenían derecho a moverse en todas partes y la naturaleza en el bello entorno era generosa. Pau Grande era, y es en cierto modo todavía, un paraiso no muy alejado de la grande y violenta Rio de Janeiro. El fútbol fue introducido por los ingleses que trajeron los primeros balones en 1908. Para jugar por el Sport Club Pau Grande se requería trabajar en la fábrica. Los parientes de Garrincha echaron raices en el pueblo y, aparte del tio Manuel, los otros vivieron la vida que sus padres y los parientes de sus padres vivían con las supersticiones indigenas, la sexualidad (muchos hijos fuera del matrimonio) y la tradición de beber cachimbo, una suerte de aguardiente de caña de azucar mezclada con miel que se consume bastante. Las mujeres la beben durante el embarazo, se le da a los niños contra el resfriado, astma y dolor de dientes y a los recien nacidos como un sedante: los padres de Garrincha fueron criados con esto y los hijos participaron tempranamente de la misma tradición. Amaro, el padre de Garrincha, no sabía leer ni escribir pero era conocido como un buen repentista, una especie de „payador” que, en verso, desafiaba a otros publicamente. Era también un famoso seductor y, además de sus ocho hijos oficiales, él calculaba unos veinticinco hijos más diseminados en la región, y a pesar que muchos hombres en Pau Grande y sus alrededores sospechaban lo que sucedía nadie lo atacaba, algo que se justificaba porque el padre de Garrincha, era guardia, empleado de la fábrica, y en esa condición un hombre con capacidades casi militares. Su desenfreno sexual se veía limitado por la bebida, consumió cachimbo desde la infancia y terminó su vida muy alcoholizado. En ambas actividades, tanto la sexual como la alcohólica, sería con el tiempo superado por el hijo.
Lo primero que la gente notaba en Garrincha desde pequeño eran sus extrañas piernas. Ambas dobladas hacia el mismo lado, como paralelamente dispuestas, una zamba y la otra arqueada, y sus padre pudieron, con un simple dispositivo ortopédico, haber corregido el defecto, pero en 1933 aquello resultaba impensable en Pau Grande. Heredó las piernas de su madre, María Carolina. Como niño vivía libre, corriendo siempre descalzo, cazando pajarillos y jugando en el bosque, como cualquier muchacho indígena. Aprendió a cabalgar a los cuatro años y era conocido por su bondad -y la imposibilidad de hacerlo obedecer-. El era de corta estatura lo que daba motivo para apodos. Rosa, su hermana mayor, lo bautizó como Garrincha (o Garricha) por un gracioso pájaro color castaño con líneas negras en el dorso, que se alimenta de arañas y pequeños insectos y que canta bien pero resulta imposible mantener cautivo. El apodo se quedó y desde los cuatro años todos los que lo conocían lo llamaban Garrincha. Al comienzo jugaba fútbol con calcetines enrollados y después con la vejiga de un cabro, que primero inflaba y luego amarraba. Balones de cuero solamente podían adquirir los niños ricos. Garrincha desde temprano vivió su propia vida, en el bosque, en el río, o con los amigos. Después fue el colegio. Ingresó a la escuela de la fábrica donde los profesores se esforzaban para que los chicos no repitieran de curso; con Garrincha resultó imposible. El pasaba más tiempo en el bosque que en la sala de clases y luego de dos años se retiró del colegio. Los padres intentaron desesperanzados poner orden en el „salvaje” hijo y por fortuna el papá le consiguió un trabajo como vendedor de dulces en la puerta de la fábrica. El hijo terminó comiendose los dulces él mismo.
En 1947 a los catorce años empezó a trabajar en la fábrica textil. Se trabaja 48 horas a la semana. desde la siete de la mañana hasta veinte para las cinco de la tarde. Durante un tiempo en la fábrica, en el turno de la noche, él intentó sacar el segundo año de escuela, pero jamás consiguió aprobar los examenes. En el trabajo de la fábrica tampoco le iba bien, se dormía en su puesto o se ausentaba, pero se le mantenía en el trabajo en razón de que uno de sus jefes era el presidente del club de fútbol. Eso lo salvaba mientras tanto. Pero no por mucho tiempo. Garrincha fue el peor trabajador de la fábrica que jamás se vio en Pau Grande y al final la
situación se volvió insostenible. Fue despedido y cuando el padre se enteró lo expulsó del hogar. Acostumbrado como estaba a manejarse fuera de la casa, no se dejo ganar por el pánico sino que pronto encontró un lugar donde dormir, una construcción con techo pero sin muros junto a la iglesia. Las chicas de la aldea habían empezado a descubrir su encanto y una de ellas se escurría durante la noche para proveerlo de comida. En la fábrica estaban preocupados. Sin empleo Garrincha no podía jugar en el equipo de fútbol y luego de algunas semanas encontraron una solución, Garrincha fue empleado para las livianas tareas del departamento de algodón. El prometió que trataría de estar presente y todos estuvieron felices, tanto la dirección de la fabrica como su padre. Pero jamas efectuó ningun gran esfuerzo por tratar de ser un buen trabajador y todo se redujo a que Garrincha llegaba a la fábrica a dormir entre los fardos de algodón. En la fábrica él ingresó al equipo junto a dos compinches, Pincel y Swing, dos chicos negros con los que solía ir de juerga. En el Hogar nadie le había prohibido a Garrincha beber y era normal que los niños ingirieran aguardiente asi como también fumaran. Garrincha por ejemplo empezo a fumar antes de cumplir diez años.
En 1948 falleció su madre y el padre encontró rapidamente una nueva mujer que se incorporó a la familia. La nueva mujer no se preocupaba para nada de Garrincha y él se cambió a vivir junto a su hermana mayor Rosa.
No está claro de quién recibió su don futbolístico. Ni el papá, ni la mamá, ni nadie más en su familia fue especialmente habil en algun deporte de balón. Pero Garrincha amó desde el primer momento el fútbol, cada jornada jugaba varios partidos -peladas- al día. El primer equipo en que participó fue un club de barrio llamado Palmeiras F.C. Allí jugaba de mediocampista izquierdo, notable, considerando lo extremadamente diestro que era con la pierna derecha. Todo el equipo fue después al S.C. Pau Grande, en donde, el equipo junior del club al año siguiente se convertió en el equipo representativo del club. El rumor empezó a espandirse. Los clubes de la ciudad cercana de Petrópolis pusieron sus ojos en Garrincha y sus camaradas, y durante un año él jugó simultaneamente por dos clubes, en distintas ligas, algo que no era inusual en aquella época. Cuando llegó el tiempo del servicio militar los doctores miraron las piernas de Garrincha y lo eximieron de inmediato. Las extrañas piernas hacían a la gente pensar en una deformidad, esas piernas que crearon quizá las más hermosos y notables „fintas‰ que el mundo viera. El futbol sería su vida pero él jamas habló de eso. El amaba jugar pero se mostraba en general totalmente desinteresado. El día que Brasil perdió la final de la Copa del Mundo contra Uruguay, el 16 de julio de 1950, habían instalado grandes parlantes en la plaza de Pau Grande para que la gente pudiera oir el partido. Pero Garrincha no estaba ahí, andaba pescando. Cuando regresó encontró a la aldea llorando, desconsolada. Consideró que eran ridículos. Para él el fútbol era un juego, algo que se hacia para pasarlo bien. Nada más. La gente que lo rodeaba al ver su talento insistian en que se fuera a Río a probar en uno de los grandes clubes, algo que muchos jóvenes hacian. La prueba funcionaba de modo que los jóvenes se ponían en línea, y luego recibían la orden del entrenador de hacer algunas gracias con el balón. A uno de cada cien se le convocaba a presentarse de nuevo al día siguiente, al resto se les despedía con la frase: „ Tu, no tiene sentido que regreses aquí, ¿Comprendiste?” Garrincha se presentó al equipo top de aquel tiempo Vasco da Gama, pero ya que él se avergonzaba de sus destartalados zapatos de fútbol se puso en la fila solo en calcetines, lo que significa que jamas llegó a mostrar su talento:„Sin zapatos, no hay entrenamiento” sentenció la voz del entrenador. Volvió a casa en Pau Grande donde continuó jugando en un equipo que fue invencible durante dos años y que todo el tiempo derrotaba a los pequeños clubes de Río que llegaban de visita. En el extremo derecho él hacia lo que quería y cuando recibía el balón terminaba a menudo en gol, se pasaba a su defensa, y además esquibaba uno o dos jugadores más antes de pasarse al arquero y poner la pelota en las redes. Dedicarse a intentar obtener un puesto en los grandes clubes de Río era demasiado fastidioso pensaba él. En parte perdía tiempo de trabajo en la fábrica y en parte resultaba dificil habituarse a la gran ciudad.
Por aquel tiempo había empezado a salir con Nair una chica de la aldea que también trabajaba en la fábrica. Pronto ella quedó embarazada y el padre de Garrincha lo obligó a casarse. Pero en el fondo nada cambió en su vida, iba a la fábrica cuando queria, hacia estremecerse de felicidad a los vecinos de Pau Grande cada domingo que jugaban en casa, desaparecía en el bosque cuando se le antojaba o salía a beber con Pincel y Swing cada vez que sentía deseos. Y tomó una mujer a su lado, porque había llegado el momento de hacerlo. La Apacible vida en Pau Grande se aproximaba al final. Un domingo de marzo de 1952 apareció en Pau Grande el medio campista derecho de Botafogo, Araty Vianna, junto a algunos otros jugadores del seleccionado nacional, invitados a evaluar un partido amistoso entre Pau Grande y un equipo amateur de uno de los barrios del norte de Río. Garrincha ofreció un gran show y convirtió cinco goles. Araty no creía lo que veían sus ojos y fascinado gritaba:„Este chico es cien veces mejor que todos los laterales de Botafogo” . Y antes de irse de Pau Grande le entregó a Garrincha su tarjeta de visita y le pidió que lo visitara en Río. Algo que Garrincha no se preocupó de hacer. Ni días, semanas, ni meses después. En Botafogo no le creían a Araty cuando él describía lo que había presenciado, un chico que era zambo de una pierna y arqueado de la otra y hacia lo que quería con los rivales y con el balón. Consideraban que tenía „alucinaciones” Todos menos uno, Eurico Salgado, este era un hombre que seguía discretamente a Botafogo y trabajaba en el Lloyd Brasileiro, una compañia de seguros. El escuchó a Araty y se decidió a viajar a Pau Grande para comprobar. Y lo que vió fue precisamente aquello que Araty „alucinaba”, un Garrincha que hacia lo que le placía y un Pau Grande que ganó dos partidos seguidos 5-0. Después de un tercer partido, en Río, Salgado se presentó ante Garrincha y lo invitó a entrenar en Botafogo. Garrincha contestó negativamente. En parte porque perdería un día de trabajo y en parte porque ya había intentado entrenar con uno de los grandes clubes de Río. Y porque además lo llamaron „torcido” afirmó él, cuando estuvo en el Vasco de Gama. No estaba interesado, pero Salgado insitió, y unos días más tarde lo fue a recibir a la estación Leopoldina para acompañarlo a entrenar en Botagofo.
Después de una visita a la división junior del equipo que hizo enmudecer de admiración al entrenador de los junior, se decidió que él entrenaría con el primer equipo al día siguiente. El rumor alcanzó a espandirse durante la noche y cuando se presentó al otro día, con Gentil Cardoso, el director técnico, este presentó a Garrincha a su ayudante con la orden: „Este es la nueva estrella de Araty, ponlo contra Nilton Santos!”
Era el 10 de junio de 1953 y lo que sucedió a continuación, aquel día, forma parte de la nueva milotogía del moderno fútbol brasileño. A juzgar por todo lo que se afirmó, se dijo y se vió puede a veces parecer que el primer entrenamiento de Garrincha en Botafogo fue presenciado por todos los habitantes de Río. Cada quien parece tener su propia versión de lo que sucedió.
Lo normal era que las nuevas adquisiciones ingresaran diez minutos antes del final para que mostraran sus dones. En el caso de Garrincha fue distinto. recibió de inmediato la camiseta de reserva número siete. En el camerino se encontró con Araty que lo había descubierto. „Juega tu propio juego, aqui son todos iguales‰ lo animó Araty. A los diez minutos dentro de la cancha recibió el balon Garrincha por primera vez. Contra él vino Nilton Santos, de 28 años, quien aún no era considerado „el mejor defensa izquierdo del siglo‰ y campeón mundial, pero tenía fama por lo duro y dificil de superar. Garrincha naturalmente no sabía quien tenía en frente, un defensa es un defensa, una filosofia a la que seria fiel toda la vida. El recibió la pelota, se detuvo y esperó. Nilton Santos se le vino encima, calmadamente. Demasiado lento, y en el espacio de un minuto, Garrincha lo esquivó tres veces, algo que Nilton Santos ni antes ni después de este entrenamiento había experimentado. La gente enmudeció y después del entrenamiento había varios jugadores preocupados de que Garrincha pudiera esfumarse y le pidieron a la dirección del club que lo contratara de inmediato. El primer comentario de Nilton Santos fue:„ El chico es un monstruo, contratenlo de inmediato, es mejor que esté con nosotros que con los adversarios”. Y así sucedió. El firmó su primer contrato que le significaba 30 koronas más al mes que en la fábrica. El rumor voló sobre Río, Botafogo había contratado a un lateral derecho espectacular que tres clubes de Río habían desaprovechado con anterioridad. Dos semanas más tarde debutaba con la camiseta negriblanca en un partido amistoso. Botafogo ganó 1-0, gol de Garrincha. Una semana después, ganaron 5-1 y entonces aconteció algo que puso a caminar hormigas en las mentes de sus compañeros. Luego de esquivar a un defensa y superado al arquero le pasó el balón al compañero Areio para que metiera el gol. Durante aquel partido surguieron una serie de preguntas que a menudo se planteaban en torno al fenomeno Garrincha: ¿porqué él esperaba a los defensas que acababa de esquivar? Si, ¿porqué esta manía de volver a pasar a los oponentes de la defensa cuando ya los había superado? Tal vez era el indígena en él. Pero no estaba interesado en el resultado, en hacer goles, ganar dinero o vencer. Su más grande placer era pasarselos, eso era lo único que significaba algo. El resto pertenecía, para citar a su biografo Ruy Castro: „a las pequeñas mierdas de la civilización”. La gran irrupción vino dos semanas después, en un partido de la liga contra Bonsucesso. Botafogo estaba abajo 2-1 y les cometieron penal pero ninguno de los grandes jugadores del equipo mostró interes en querer patearlo, entonces Garrincha avanzó adelante y convirtió. En el segundo tiempo Garrincha puso a funcionar su circo en serio con dos goles, bicicletas y fintas que dejaban tirados a los defensas. El partido terminó 6-3 para Botafogo y Garrincha fue cargado por la cancha sobre los hombros de sus viejos amigos Swing y Pincel. Y el tren de este carnaval y alegria corrió limpio fuera del estadio hacia lo que hubiese que vivir. El nombre de Garrincha sonaba en todos los labios. El primer año en Botafogo el club obtuvo el tercer puesto en la liga de Río y él mismo salió segundo como goleador con 20 tantos. Una nueva vida, de exitoso jugador profesional de fútbol, se había iniciado y él recibió vacaciones en la fábrica por un año con la promesa de que regresaría en caso de que las cosas no fueran bien en Río.
Botafogo pagó por Garrincha la suma más barata de transferencia que alguna vez existiera para un jugador de este nivel: 135 koronas. Los clubes se habían profesionalisado hacia 20 años pero los jugadores permanecían todavía en un nivel amateur. Garrincha no discutió el contrato. El no parecía preocuparse. Su vida continuó como siempre. Cuando regresaba de Río buscaba a sus amigos Pincel y Swing y festejaba y bebía. Rara vez aparecía por casa, nada más para cambiarse de ropa, ducharse y engendrar nuevos niños. En Botafogo se le felicitaba cuando el equipo ganaba pero era duramente criticado cuando perdían, o como un diario escribió de Río luego de una derrota: „Otra esteril exhibición de fintas”. El nuevo entrenador del equipo, Zezé Moreira, intentó instruir a Garrincha para que no hiciera fintas, una misión que demostró como inutil y, en un encuentro amistoso en Paris, contra Reims, en el verano de 1955, Garrincha mantuvo el balón tanto tiempo que el público se alzó en las graderias a vitorearlo mientras él se desplazaba adelante y atrás por la cancha sin siquiera tratar de hacer un gol. En 1954 renovó su contrato con Botafogo y recibió un aumento de 500 koronas al mes; de nada a un poquito más. Botafogo le pagaba un sueldo miserable, al tiempo, que internamente lo valoraba en 750.000 koronas. En setiembre de 1955 debutó en la selección nacional en un partido contra Chile. Fue 1-1 y él se portó precisamente como si el partido se hubiera jugado en Pau Grande. Al año siguiente Didi firmó por Botafogo. La suma del traspaso estableció un nuevo record en Latinoamerica: cerca de un millón de koronas. Sueldo mensual: 3.500 koronas. Botafogo estaba en camino de tener un gran equipo pero salió solamente tercero en la copa de Río 1955. Y pensando en el alto sueldo de Didi la dirección del club decidió subir el sueldo a Garrincha, de 500 a 600 koronas al mes. En el frente familiar él habia recibido a su cuarta hija, una chica más, pero Nair, su esposa, se rehusaba a cambiarse a Río de Janeiro. Entretanto Garrincha había empezado a adaptarse a la ciudad y en lugar de Nair se llevó ahí a Iraci, una ex novia de Pau Grande a la que instaló en un departamento en Ipanema, uno de los barrios más exclusivos de Río. Botafogo tuvo que esperar hasta 1957 para salir campeón de Río. Y con un nuevo entrenador, João Saldanha. En el último partido de la temporada Botafogo derrotó a Flamengo 6-2 ante un abarrotado Maracanã. Para Garrincha fue un esparcimiento y nadie dudó que el notable lateral derecho de Botafogo era un hombre para el próximo Mundial de Suecia. Ahora estaba entre los jugadores más conocidos de Brasil y los semanarios desbordaban de reportajes a Pau Grande, con imagenes del „sencillo” Garrincha con caña de pescar o un rifle en la mano. La vida le sonreía y durante una gira a México el público comenzo a gritar „olé!” cada vez que él enfrentaba a un defensa. El hombre que sería bautizado como „la alegria de la gente‰ empezaba a esparcir su loco arte de fintear por el mundo y en el verano de 1958, durante la Campeonato Mundial en Suecia, Garrincha conquistó al mundo.
En Brasil hubo muchos que dudaban de Brasil con vistas a la Copa del Mundo. Las experiencias de 1950 y 1954 habían dejado la sensación de que Brasil no aguantaba cuando realmente importaba, que los jugadores padecían de „nervios franceses” Algunos atribuían „el sindrome” a la mezcla de razas brasileña y afirmaban que eran los mulatos y los negros los que no aguantaban. Por esto la selección nacional convocó un sicólogo, João Carvalhaes. En los test que se efectuó a los jugadores Garrincha recibió la puntuación más baja. Pelé no era mucho mejor y segun Carvalhaes Pelé no era alguien en quien confiar ante La Copa del Mundo. Cuan errado estuvó el sicólogo que convocaron lo supo el público brasileño en mayo de 1958 cuando Pelé y Garrincha jugaron juntos por primera vez. En un partido amistoso contra Bulgaria ganó Brasil 3-1 y una nueva era dentro del seleccionado nacional brasileño se habia iniciado -con ellos dos en la cancha al mismo tiempo Brasil jamás perdería un partido-. Pero entonces nadie imaginaba esto y otros dos jugadores, más o menos desconocidos fuera de Brasil, Joel y Dida, ofrecieron a las nuevas estrellas mundiales una dura resistencia a cederle los puestos. La Copa Mundial se acercaba pero nada en el mundo hacía que Garrincha viera esto como algo especial y, durante un partido de entrenamiento contra Fiorentina previo a la Copa del Mundo, impusó Garrincha la ventaja brasileira (4-0) pasándose a tres defensas del Fiorentina y al arquero. Luego se detuvo a esperar al primer defensa y le hizo una finta esquivándolo de tal modo que éste tuvó que afirmarse del poste del arco para no caer. Luego de eso ingresó Garrincha con el balón al arco, lo cogió en la mano y lentamente empezó a caminar en dirección al punto de tiro del penal. El público nunca había presenciado algo semejante. Los compañeros de equipo, entretanto, estaban enfurecidos. Ellos no aceptaban ese tipo de „verguenza” y Bellini, el capitán del equipo, gritó furioso a Garrincha: „Es la copa mundial ahora, por la mierda‰ Ellos temían que Garrincha no tomara el Campeonato Mundial suficientemente en serio.n Acaso lo ocurrido en Florencia fue la razón de que él no participara en los dos primeros partidos del mundial. Brasil jugaba a „lo seguro” Derrotó a Austria en el primer partido, en Udevalla 3-0 y en la posición de Garrincha jugó Joel, el lateral derecho del Flamengo. Garrincha entre tanto no se dejó decaer, él era -como siempre- el gran bromista., el jugador que todo el tiempo tenía una agudeza, un comentario listo y que, a veces, se le tomaba demasiado en serio como para irrumpir en una enorme carcajada colectiva. Quizá él sabía que su tiempo y su partida estaban por venir. O él no se preocupaba. El jugaba fútbol como siempre lo hizo, a su propio modo, y totalmente inaceptable para todos los directores técnicos. Pero quizá había a pesar de todo una punzada de tristeza. Antes del partido contra Inglaterra él mismo sugirió que debería regresar a casa. Le habían quitado lo más entretenido que él conocía, poder jugar. Hacer fintas. De nuevo salió en su lugar Joel. Brasil empató 0-0, y después de la partida creció el temor entre los jugadores y los dirigentes, el miedo a quedarse fuera demasiado temprano. El partido contra Rusia, siguiente en el programa, se sintió como decisivo para todo el campeonato. Ya al inicio del día del partido el ataque brasileño azotaba a los rusos. En el entrenamiento del mismo día Joel Mazzola y Dida integraron el primer equipo y Garrincha, Vavá y Pelé el segundo equipo. Cuando al fin se decidieron los hombres, apareció Garrincha en lugar de Joel y el argumento desicivo fue el temor a la comentada superioridad fisica sovietica. El capitán de la federación brasileña, Vicente Feola, tenía un inmenso respeto por el „futbol socialista y cientifico” que se decía que Rusia jugaba. Quizá aun estaba en la memoria el recuerdo del partido contra Hungria en Berna. La respuesta a „la ciencia” era Garrincha, cuya misión consistía en sacudir y molestar al sistema soviético, tanto como fuera posible desde el inicio mismo. La última instrucción de Feola, antes del partido, se la dio a Didi: „No olvides Didi, el primer pase a Garrincha!” La apertura del partido en Nya Ullevi aquel día de junio fue la irrupción global de Garrincha y algo que el periodista deportivo frances, Gabriel Hannot, describe como:„los tres más grandes minutos de la historia del futbol” Garrincha recibió el balón a los 15 segundos, hizo caer al defensa derecho, Kuznetzov, directamente. Kuznetzov se incorporó y fue nuevamente descolocado. Luego lo descolocó tres veces más antes de que volviera a caer de nuevo. Otros dos defensas salieron a contenerlo. Y también fueron superados. Después Garrincha enfiló contra el arco y disparó seco -palo!- El público se incorporó. Didi recibió el balón y lo pasó a Garrincha que lo pasó a Pelé que chuteó y -travesaño- Garrincha subió el tono y todo el equipo jugaba como en trance. Jasjin sudaba como si hubiera estado horas en la jaula y después de esos tres largos minutos de exhibición todo terminó con un gol de Vavá: 1-0.
Brasil anotó ciertamente un gol más, en el segundo tiempo, pero los Rusos no estuvieron nunca cerca. El equipo campeón mundial estaba en pie y la llave para todo era la dupla Didi-Garrincha. La magia había derrotado a la lógica, para decirlo en palabras del escritor brasileño Paulo Mendes Campos, para quien Garrincha nunca fue nada más que un presente de Dios a los mortales.
Desde esa fecha y ese partido Garrincha se dio a conocer en todo el mundo. Su único comentario luego del partido fue: „Yo tenía hambre de la pelota…” Con Garrincha en el equipo todo Brasil comenzó a creer „en la posibilidad” de obtener la Copa de oro mundialista. En cuartos de finales contra Walles tuvo tres hombres contra él, Brasil venció 1-0, luego del gol acaso más importante convertido nunca por Pelé. Garrincha se desprendió de su marca una vez, lo que resultó en un pase a Didi que luego condujo al gol de Pelé. En la siguiente semifinal de nuevo asomó el carnaval por la orilla derecha, Francia cayó derrotada 5-2 y el defensa izquierdo francés Lerond fue el hazmerreir del feliz público del estadio de Råsunda. Solo algunos días más tarde Lerond sería reemplazado por la victima sueca, Sven Axborn.
Brasil llegó a la final y en los camerinos, antes de las semifinales, ocurrió el siguiente clásico intercambio de opiniones de buenos amigos entre Garrincha y Nilton Santos, que se volvió hacia el primero y dijo:
– Parece que enfrentaremos a Suecia en la final. Será el último partido.
– ¿Tan pronto? Que increible campeonato. La Copa de Río es mejor en todo caso, allá se juega dos veces; de local y de visita.
La final empezó de modo chocante para los brasileños. Suecia convirtio 1-0 a través de Nils Liedholm, luego de solo cuatro minutos, y muchos brasileños recordaron la final de 1950. En la cancha creció el nerviosismo entre los jugadores brasileños – excepto para Didi y Garrincha- Fue también este par el que dió vuelta y decidió el partido. Didi fue él mismo a buscar el balón a su propio arco y exhortó a sus compañeros a dar la batalla. Después de eso empezó el circo de Garrincha. Luego de un pase de Didi sorteó Garrincha al defensa izquierda sueco y envió un centro que Vava empalmó veloz,1-1, Exactamente la misma cosa se repitió un poco después con un resultado de 2-1 para Brasil. El partido estaba decidido. Garrincha hizo lo que quiso con Sven Axbom y alcanzó a llegar al area chica 15 veces durante el partido. Al termino del encuentro, que resultó 5-2 a favor de Brasil, la selección brasileña fue vitoreada por el público sueco -como si Suecia hubiera ganado-. Brasil había finalmente obtenido la copa de oro mundial que tantos esperaban durante tanto tiempo. En la cancha los jugadores y los dirigentes de la seleccion brasileña lloraban. Todos menos uno -Garrincha-. ¿Quién sabe en qué pensaba él? Quizá sufría porque el campeonato había terminado, porque él ya no dispondría de algunos defensas mundialistas para jugar con ellos, que ningun João (nombre que el mismo daba a todos los defensas izquierdos que enfrentó) esperaba ya más en Suecia. O añoraba quizás su hogar en Pau Grande, la pesca y la tranquilidad. De regreso en Casa. Brasil recibió a sus jugadores en Catete, el palacio presidencial. Los festejos del recibimiento se prolongaron hasta la madrugada cuando Garrincha dirigió una caravana de automóviles hasta Pau Grande donde llegaron al alba. Una vez allí él ingresó a la iglesia y echó a repicar las campanas para que los bares abrieran. El invitó, su fiel habito, a todos los que se cruzaban en su camino. En los días siguientes fue acosado de regalos y certificados honorificos de la fabrica y los habitantes de la comarca. De aquí y allá lo invitaban a festejos, todos querian estar con él, pero cuando lo invitaron en Petrópolis algunos días después había caido, junto a Pincel y Swing, los eternos acompañantes, en el sopor alcohólico. Inconcientes de cachaça, aguardiente de caña de azucar, los tres amigos yacian noqueados en el pequeño cuchitril de Pincel y Swing, en Raíz da Serra, la aldea vecina a Pau Grande. Garrincha adoraba y celebraba la vida. En Pau Grande tenía a Nair y los niños. En Río de Janeiro a la amante Iraci. Ahora se unió a otra mujer, una afamada bailarina, Angelita, que el año anterior había tenido un affair con el vicepresidente João Goulart. Garrincha se enamoró de ella y la invitó a Pau Grande donde ella actuó en la plaza. La relación despertó recelos en muchos lados y acabó a los pocos meses. Al mismo tiempo era un signo del nivel en que él vivía y su perpetuo hambre de mujeres. Al año siguiente del mundial Botafogo realizó una gira por Suecia y, en la ciudad de Umeå él se encontró con una joven sueca que sería la madre de su único hijo varon vivo hoy, Ulf Lindberg, que en la actualidad reside en Halmstad. Garrincha se tomaba – y recibia- mas libertades que ningun otro jugador.
Un nuevo contrato con Botafogo le dio 1.500 koronas al mes pero cuando la dirección del club quizó que él firmara el contrato en blanco que le pusieron adelante:
– ¿No sería mejor que ustedes escribieran allí la suma que recibiré antes de que yo firme? respondió Garrincha con calma. La dirección del club hizo referencia a Nilton Santos que siempre firmaba en blanco. Garrincha no tenía a nadie que lo ayudara en el plano económico, situación que lo perjudicaría muchisimo en el futuro. Su vida privada hasta entonces había estado protegida. En 1960 tenía en Pau Grande seis hijas con Nair, con quien aún estaba casado. Tenía un hijo en Suecia, Ulf Lindberg, del cual su esposa no sabía nada. Ahora tuvo además otro hijo con Iraci, la amante de Río. Y entretanto él tampoco mostraba ningún gran interés en el recién nacido, y aunque continuaba pagando el arriendo y los gastos de ella la relación parecía haber concluido. En la cancha todo continuaba saliendo excelente. En 1960 Botafogo tenía una delantera soñada con Garrincha, Didi, Amoroso, Amarildo y Zagallo. Los hinchas de Botafogo vivían un periodo de esplendor y Botafogo se coronó campeón de Río luego de haber ganado 22 partidos seguidos sin perder. Garrincha estaba mejor que nunca y Botafogo no se contentaba solo con vencer, se jugaba con los rivales hasta conseguir el público „olé!, olé!, olé!”, algo que algunos árbitros tenían dificultades en aceptar ya que lo veían como una humillación de los rivales. En una gira Río-São Paulo en el verano de 1962 en un partido entre Botafogo y América (de São Paulo) se amenazó a Garrincha con la expulsión porque él finteaba demasiado a su defensa! „A alegria de povo” la alegria del pueblo, el jugador que hacia que la gente riera y celebrara, estaba en la cima de su poder y Botafogo era un equipo en todas las bocas, y los habitantes de Río se embriagaban con las grandes estrellas. Su nuevo contrato con el club le duplicó el sueldo a 3.000 coronas al mes. Fue también en el mundanal ambiente de Río donde la vida de Garrincha daría una dramática voltereta. Su reputación como seductor era sólida, pero él no era un encantador tipico. La „mirada‰ era su arma, como si él „radiografiará” a las mujeres con la mirada, inocente y traviesa al mismo tiempo. Fue esta mirada la que cautivó a Elza Soares, la Reina negra del bossanova de Río, en noviembre de 1961. La historia de amor que se desarrolló iba a sacudir y estremecer a todo Brasil.
(Estas partes pertenecen a otras secciones del libro)
La primera vez que Garrincha fue a Río para jugar fútbol se presentó al Vasco da Gama. Se tuvo que devolver al tiro. „Con esas piernas jamás seras un jugador de fútbol” dijo el entrenador refiriéndose el notable hecho de que Garrincha tenía una pierna coja y la otra arqueada. Pero en Pau Grande, la aldea donde creció, continuaba pasandose a los jugadores como quisiera. Y el rumor no se podía detener. Al final el rumor llegó a Botafogo y un jugador llamado Araty viajó a Pau Grande para ver al extraño jugador de fútbol. Quedó fascinado y convenció a Garrincha para que lo acompañara a jugar al Botafogo. Incluso allá fue recibido con escepticismo. El entrenador, Gentil Cardoso, mirando las extrañas piernas dijo:
– En Botafogo hay de todo actualmente, incluso lisiados.
No obstante estaba tan interesado en Garrincha que le permitió quedarse a entrenamiento „para provarlo”. El primer entrenamiento de Garrincha se describe mejor en palabras de Nilson Santos: „No es para disculparme de ningún modo, pero su primer día de entrenamiento fue para mi un día de suerte. Yo me casaría la misma semana y había andado revolviéndola un
poquito, como una despedida a mi vida de soltero. Entonces ponen a ese tipo en contra mia por la banda derecha. Yo no creía mucho en sus cualidades y cuando él recibió el balón por primera vez, yo fui directo a quitarselo. Pero, de la manera más sencilla, y como si siempre hubiera jugado con nosotros, ¡me hizo un tunel! Así de simple. Por aquel tiempo se hablaba mucho de mí en el club, de que yo era el más díficil de pasar. si, realmente díficil. Todos creían eso. Y ocurre que aparece un muchacho con aspecto de inválido y hace eso conmigo, entonces tiene que ser bueno, pensé yo y dije directamente: „Firmenle el contrato de inmediato, yo no quiero que me suceda eso de nuevo en el Maracanã”.
Gracias a Dios me escucharon. Después de eso pude dormir bien en las noches- Garrincha estaba en mí equipo, lo que no corría para aquellos que tenían el deber de marcarlo. Me siento muy orgulloso de haber sido su primer „João” (túnel).
Nilton Santos en „Mi balón, mi vida”, pág.100.
Después del mundial de 1958 Pelé fue a visitar a sus padres a Bauru, junto a un amigo del Santos, Sormani, pasó junto a la cancha donde acostumbraba jugar pocos años antes. Los viejos amigos estaban a punto de dividirse en dos grupos y Pelé preguntó si podía meterse. Naturalmente que podía, asi que fue a casa a cambiarse. Se jugaba sin zapatos, a pie descalzo, y cuando Pelé regresó quedaban sólo dos jugadores para ser repartidos entre los dos „capitanes” que estaban en la cancha. Pelé y un cierto José, de cuarenta años que trabajaba en una tienda. Uno de los capitanes se decidió:
„- Tomo a José ya que a pesar de todo es el que tiene más experiencia…”
Todos rompieron a reir. Un segundo después el partido había empezado con un descalzo campeón mundial en un equipo y un „experimentado” José en el otro.
Traducción del sueco: Jorge Calvo.